sábado, 27 de abril de 2013

¿CÓMO SALIR DEL LABERINTO DE LAS RUINOSAS AUTONOMÍAS?

Por el costosísimo y muy endeudado Estado de las Autonomías nos estamos acercando cada vez más a la insolvencia, tanto estatal como de las comunidades autónomas. Para financiar las Autonomías ha sido necesario aumentar los impuestos, hacer recortes sociales y establecer copagos en la prestación de ciertos servicios. Al no recortar sustancialmente la estructura político-administrativa de las CCAA, ha sido necesario adelgazar más todavía el ya debilitado Estado del Bienestar.

El modelo autonómico no es viable por sus altísimos costes y sus exigencias financieras, que no se corresponden con su escasa eficiencia en la prestación de servicios al ciudadano.

Las autonomías se establecieron para integrar a las fuerzas nacionalistas en el marco constitucional de 1978, pero los nacionalismos catalán y vasco no aceptan actualmente con la debida lealtad esa Constitución, rechazan el Estado autonómico y, más o menos explícitamente, aspiran a la independencia de sus territorios.

Además, el desarrollo autonómico ha roto la unidad normativa nacional con la consiguiente quiebra de la unidad de mercado que encarece nuestros productos hasta hacerlos no competitivos a nivel europeo. También ha afectado negativamente a la unidad educativa y cultural, así como al fomento de la lengua castellana. El mito de las ventajas de las autonomías para los ciudadanos se ha venido abajo. El Estado de las Autonomías ha sido un fracaso político, económico y social, que ha fragmentado España en vez de mantenerla unida, como era su objetivo. La enfermedad que aqueja al Estado de las Autonomías es terminal y su bancarrota parece inevitable: el Estado autonómico es un modelo de Estado fallido.

Por ello, actualmente, la eliminación de las autonomías es deseable para la mayoría de los españoles, según las diversas encuestas, salvo la del Centro de Investigaciones Sociológicas que dice que solo el 40 % de la población quiere dicha eliminación. 

 Sin embargo los políticos, por su propio interés, se obstinan en mantener un modelo autonómico que es ruinoso para el ciudadano; pero que, en cambio, es muy provechoso para los partidos políticos ya que las autonomías son una fuente de poder y de puestos de trabajo para la clase política y para sus enchufados.

Desde luego la existencia de las insostenibles CCAA imposibilita que España cumpla sus objetivos de déficit presupuestario y que salga de la crisis. La persistencia de la recesión y de la elevada cuantía del número de parados hará que Europa nos obligue a elegir entre el mantenimiento de nuestras ruinosas autonomías o nuestra pertenencia a la desarrollada Europa del euro. Efectivamente, si lo antes posible no se reduce drásticamente el gasto y la estructura político-administrativa de las CCAA, la desaparición del Estado de las Autonomías llegará a ser inevitable, por una mera cuestión de supervivencia colectiva.

Pero todavía estamos a tiempo de salir voluntariamente del ruinoso laberinto autonómico, antes de que Europa tenga que rescatarnos traumáticamente, para poder seguir en el selecto club del euro. Menos mal que existen salidas de ese laberinto. En mi reciente libro El Ocaso de las Autonomías expongo algunas de esas salidas. Unas son más factibles que otras, dado que la eliminación o la reforma sustancial del Estado de las Autonomías exige una modificación esencial de nuestra Constitución de 1.978, que reconoce a “las nacionalidades y regiones” el derecho a la autonomía política.

Ciertos partidos políticos afirman ahora que lo mejor para salir del laberinto autonómico es implantar en España un Estado federal, lo que supone el reconocimiento de que el autonómico “café para todos” ha fracasado si bien, a pesar de ello, quieren  sustituirlo por un federal “café con leche para todos”, igualmente ruinoso e inviable.

Si no se quiere modificar nada de la actual Constitución, la única pero insuficiente salida factible del laberinto autonómico sería que, como la autonomía es un derecho renunciable, las CCAA que lo acordasen devolvieran al Estado todas sus competencias a cambio de grandes incentivos o ventajas, como la asunción de sus deudas públicas por el Estado y la concesión a ellas de excepcionales y voluminosas inversiones creadoras de puestos de trabajo.

Sin embargo, la óptima y más urgente salida de ese ruinoso laberinto es la eliminación de las autonomías mediante la implantación de un Estado unitario -para lo que es conveniente que se llegue previamente a un acuerdo entre el PP y el PSOE para modificar el Título VIII de la Constitución-, dado que un número creciente de españoles somos partidarios de una plena recentralización política que tenga en cuenta los hechos diferenciales de algunos territorios españoles. Para que España se convierta en un Estado unitario habrá que celebrar elecciones a Cortes constituyentes.

Pero la transformación en un nuevo modelo de Estado es una tarea demasiado seria y trascendental para dejársela solamente a los partidos políticos. Los ciudadanos –agrupados o no en asociaciones o foros de la sociedad civil- queremos ejercer la soberanía popular para llevar a cabo esa reforma estructural del Estado español. Actualmente la sociedad civil tiene ya suficiente madurez y criterio político, por lo que se está organizando para ser protagonista del cambio de modelo de Estado.

© Joaquín Javaloys, autor de "El ocaso de las autonomías" y miembro de la Red de Blogs Comprometidos

viernes, 12 de abril de 2013

(VI): de “la inmersión en Quebec y en Cataluña”



· Para sustituir el modelo inicial de “normalización lingüística flexible” por el de “normalización radical”, los responsables de la política educativa y lingüística de Cataluña han importado, deformándola intencionadamente, una de las fórmulas del modelo innovador de aprendizaje del francés por los anglófonos de Quebec (Canadá), modelo que, en la literatura científica, se ha denominado “inmersión”.

· En Quebec, los programas de inmersión lingüística en francés comenzaron en 1965, en el alfoz sur de Montreal, por iniciativa de los padres anglófonos, deseosos de armar lingüísticamente a sus hijos y de que se convirtieran en ciudadanos bilingües  (inglés/francés). Luego, se extendieron a otras provincias limítrofes (Ontario y Nouveau-Brunswick). Además, la inmersión quebequesa se ha limitado a la escuela primera y, por lo tanto, no ha tenido continuidad en la enseñanza secundaria.

· ¿En qué medida este modelo quebequés podía y debía ser importando a Cataluña para llevar a cabo la mal llamada “normalización lingüística”, si las condiciones de Quebec y de Cataluña son totalmente diferentes e incluso antagónicas? Para intentar responder a esta pregunta, vamos a oponer, desde distintos puntos de vista, los programas canadienses y el modelo único de “inmersión radical”, implantado en Cataluña:

- en Quebec, la iniciativa de la inmersión parte de los padres anglófonos; sin embargo, en Cataluña, la iniciativa la tienen y la imponen los políticos nacionalistas;

- en Quebec, el objetivo perseguido era conseguir un “bilingüismo escolar” (inglés/francés); en Cataluña, “normalizar” el uso del catalán en todos los sectores, que  está conduciendo a un “monolingüismo reductor y castrador”;

- en Quebec, la inmersión tiene carácter voluntario; en Cataluña, obligatorio;

- en Quebec, la inmersión adoptó diferentes formas (“inmersión precoz o larga”, “inmersión tardía o corta”, “inmersión media”, “inmersión total”, “inmersión parcial” e “inmersión doble”); en Cataluña, se impuso un modelo único, el café para todos (“inmersión precoz, total y obligatoria”);

- en Quebec, se pensó siempre en los discentes y en los deseos de los padres; en Cataluña, han primado la “construcción nacional” y los intereses de la casta política nacionalista;

- en Quebec, el inglés (lengua materna de los alumnos “inmersionados”) es introducido progresivamente como materia de estudio y como lengua vehicular; en Cataluña, el castellano tiene un horario raquítico y, además, por ley y por la práctica docente,  fue y está descartado como lengua vehicular;

- en Quebec, el alumnado era voluntario (10% de la población escolar canadiense) y estaba formado por niños de familias favorecidas social, cultural y económicamente; en Cataluña, el alumnado está formado por los hijos de las familias más desfavorecidas social, cultural y económicamente; los hijos de la “gente bien” pueden librarse de la inmersión en catalán al frecuentar la enseñanza privada nacional o extranjera (colegio alemán, liceo francés, colegio suizo, etc.);

- en Quebec, la inmersión se aplicó sólo en la enseñanza primaria; en Cataluña, la normalización por inmersión concierne todos los ciclos de enseñanza no universitaria y, en la actualidad, también se persigue la universitaria;

- en Quebec, la evaluación de la inmersión ha sido, globalmente, positiva; en Cataluña, a pesar de lo que digan ciertos expertos de la Unión Europea en sus informes, debidamente aleccionados por el “lobby” catalán en Bruselas, los resultados son catastróficos: basta con consultar los Informes Pisa, las evaluaciones que realiza periódicamente el Mec o el nivel lingüístico (en catalán y/o en español) de los alumnos que llegan a la universidad en Cataluña;

- en Quebec, se ha hecho una inmersión en francés, lengua materna y propia de la mayoría de la población; en Cataluña, la inmersión se hace en catalán, lengua materna y propia de menos de la mitad de la población;

- en Quebec, se ha hecho una inmersión en francés, lengua internacional, lengua de los organismos internacionales, lengua difundida —como lengua oficial— en países de los cinco continentes, lengua hablada por cientos de millones de locutores; en Cataluña, se trata de imponer el catalán, lengua que merece todo el respeto del mundo, pero lengua local, utilizada por dos o tres millones de personas, en una pequeña región del noreste de España y en tres pequeñísimos enclaves extranjeros (Andorra, Francia y el Alguer).

· Este análisis contrastivo denota una importación torciera e interesada de una de las fórmulas del modelo de inmersión canadiense por parte de los nacionalistas catalanes, que están imponiendo, manu miliatari, el catalán en detrimento del español. El objetivo perseguido y los resultados obtenidos, como veremos en próximas entregas, ponen en entredicho e invalidan el medio utilizado en Cataluña para llevar a cabo la mal llamada normalización del uso de la lengua catalana: la inmersión precoz, total y obligatoria. En efecto, todas las evaluaciones coinciden en señalar que los resultados, tanto en el dominio del catalán como del español, son insatisfactorios y deficientes. Y, por otro lado, en Cataluña, las lenguas han dejado de ser instrumentos de comunicación y se han transformado armas de la lucha política. Ahora bien, esto será objeto de nuestras próximas entregas. 

Coda: « Je ne demande pas à être approuvé, mais à être examiné et, si l’on me condamne, qu’on m’éclaire » (Ch. Nodier).

© Manuel I. Cabezas González
Publicado en Diálogo Libre, eldebat.cat y Bottup.
www.honrad.blogspot.com
21 de marzo de 2013